Aún no te quiero, no. Pero tienes algo... algo que me cautiva, que me hace pensar en ti constantemente... Y todavía no he descubierto qué es, supongo que con los días descubriré respuestas.
No es que te vea a menudo, no es que hablemos de millones de cosas, todavía queda mucho pendiente, demasiado. Pero estás en mi mente y te veo abriendo las puertas de mi cabeza, desordenándome los papeles...
Y de vez en cuando me entra un poco de miedo de que hayas entrado así, sin ni siquiera avisar, como si te perteneciera ya mi cabeza, como si supieras que iba a ser para ti.
Quizás esa confianza que tus ojos me desvelan cuando me miran es la que me tiene así, la que me hace pensar en ti, y sonreír, de vez en cuando, sin ni siquiera motivos, porque no das motivos, no das razones, no explicas nada, simplemente me miras... de esa manera.
Luego me quedo pensando, me quedo en silencio. Te vas, y te veo de espaldas, como te alejas, lentamente, aunque... no mires para atrás, o aunque cuando mires sea para decir un segundo adiós, un "hasta pronto". Te veo cuando vuelves, y siento el típico escalofrío en la panza, pero es sólo con tu mirada... entonces todo desaparece y yo no sé dónde esconderme, me siento vulnerable como si pudieras leer mis ojos, porque ya estás en mi cabeza. Pero yo lo veo tan claro, tan real, que quizás me quede roja... o mire para otro lado, pero mis ojos se han quedado en ti, siguen mirándote, aunque no te miren.
Y después... después viene, no sé que viene, todavía no viene nada más allá que unas simples palabras, de esos cruces de ojos, no viene nada. Pero es como... como si a veces dejase de tener miedo y se me ponen los ojos brillantes, entonces es cuando sonrío y digo: "quizás sea el momento, ¿por qué no?"
(Saray Pavón Márquez)